El "material particulado 2,5" es, al parecer, el nuevo enemigo del pueblo en China.
Estas diminutas y dañinas porciones de materia de hasta 2,5 micrones
de diámetro (MP2,5, para abreviar), son demasiado pequeñas para
percibirlas a simple vista, pero lo suficientemente grandes como para
colarse en el discurso final del primer ministro chino saliente ante el
parlamento esta semana.
En su despedida después de una década en el poder, Wen Jiabao señaló
que el gobierno comenzó a publicar cifras del MP2,5 y que aún queda
mucho por hacer para lograr controlar el grave problema de la calidad
del aire chino.
Así es que, con el tema de la contaminación presente en la agenda de
la sesión parlamentaria anual, algunos se preguntan cuáles son las
soluciones posibles.
Una de ellas bien podría ser darle un nuevo impulso a la industria de los automóviles eléctricos.
Algunos informes indican que a las cinco ciudades que actualmente
forman parte del plan de generosos subsidios para vehículos impulsados a
batería se le agregarán otras veinte.Pero hasta ahora ningún país del
mundo ha logrado que el sueño de conducir sin emisiones se haga
realidad.
A pesar del noble ideal, el coche eléctrico hasta ahora ha dado
resultados decepcionantes y representa sólo el 1% de las ventas
mundiales de automóviles.
Eso mismo ocurre en China. Hay un objetivo de poner cinco millones en
las carreteras en 2020 pero el consumidor chino está, por el momento,
muy poco convencido.
Ansiedad
Sin embargo, la empresa BYD Auto, de la ciudad sureña de Shenzhen, es
una de las fabricantes de vehículos eléctricos que anhelan que llegue
el momento de que el gobierno intensifique sus esfuerzos.
La compañía saltó a la fama mundial en 2008, cuando el inversor Warren Buffett compró una participación del 9,9%.
Él apostaba a que si hay alguien que puede hacer que la tecnología funcione son los planificadores de China.
De hecho, lo han intentado. En Shanghái, por ejemplo, el importe
total de la subvención que se ofrece, incluyendo una exención del
costoso sistema de matrículas, asciende a hasta US$30.000.
Pero todavía hace falta pagar 40.000 dólares para poder conducir un BYD modelo e6.
Los coches eléctricos no son baratos y los compradores tienen otras preocupaciones además del precio.
"Creo que la gente se entusiasma con los vehículos eléctricos, pero
cuando se les pregunta si quieren comprar uno, se ponen nerviosos", dice
Isbrand Ho, de la división de exportaciones de BYD.
"A eso lo llamamos 'la ansiedad de la autonomía'". ¿Hasta dónde me va a llevar el vehículo?"
La respuesta, en el caso de un e6, es más de 300 km. con una sola carga.
Ese es el tipo de número que podría empezar a atraer a los menos
exigentes con los precios, pero en China todavía no hay estaciones de
carga suficientes como para hacer que el coche sea una opción práctica.
El año pasado, BYD vendió sólo 1.700 coches eléctricos en China.
Isbrand Ho dice que en ese volumen el coche es inherentemente costoso,
debido a la economía de escala.
Lo que se necesita, dice, es conseguir que la producción sobrepase un cierto umbral, y entonces los costos bajarán.
¿Taxi?
Aún puede haber una manera de lograrlo. Cuando se trata de decidir
qué tipo de coches lanzar a las calles, China tiene una serie de
ventajas con respecto a otros países.
En primer lugar, el lujo de tener un sistema de toma de decisiones
indiscutible y centralizado. Ellos pueden mandar a construir más
estaciones de carga. Y en segundo lugar, una gran cantidad de vehículos.
En Shenzhen, BYD ha encontrado un cliente dispuesto: el sistema de transporte público.
La empresa apunta a triplicar sus ventas este año con al vender 2.000
autobuses y 6000 coches eléctricos e6 a las empresas de taxis de la
ciudad, semipúblicas.
Si esto se copia en todo el país, después de todo las ventas de automóviles a batería en China pueden no ser tan inconvenientes.
Las décadas de auge económico que viene disfrutando China están empezando a tener un costo.
El descontento público sobre una serie de temas va en aumento. La
disparidad de ingresos, la corrupción y la contaminación figuran entre
los principales.
Las cuestiones son complejas y estructurales y no hay soluciones
rápidas, pero el gobierno tiene que dar una imagen de que está haciendo
algo al respecto.
Cada mes llegan a las calles chinas un millón de nuevos coches a
gasolina y los gases de los vehículos constituyen hasta la mitad de las
famosas partículas MP2,5.
Es por eso que se metieron en el discurso de Wen Jiabao y es por eso
muchos esperan que en la sesión anual del parlamento el Partido
Comunista les dé un impulso a los coches eléctricos.
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