miércoles, 1 de diciembre de 2010

"Me Cuesta Decir Que Soy Campeón De TC".

Agustín, rey a los 20, repasó el día más feliz de su vida y su corta carrera. Contó que su padre y hoy chasista no quería que corriera. Dice que lloró antes de largar y que empezó a cantar "dale campeón" antes de la llegada. 


De pronto, la agenda del celular se le llenó de citas. El día siguiente a la consagración en TC, nada menos que en Buenos Aires, lo llevó de un lado para el otro de la ciudad a Agustín Canapino. De entrevista a entrevista. En su rostro se notaban las pocas horas de sueño de la noche anterior. La del festejo con los suyos en Arrecifes. Eso sí, de punta en blanco, acudió puntual a la nota con Olé.
-¿Caíste que sos el nuevo campeón de TC? -No, no caigo y tampoco puedo creer todo lo que me está pasando. Es algo increíble. Siempre soñé con este momento pero jamás me hubiese imaginado lo que significa. Me cuesta decir que soy campeón de TC, es muy fuerte. Pero lo soy, así que estoy disfrutándolo.
-¿Qué se dio para que lograras el título? -Un año espectacular. Tuvimos muy buenos resultados, se trabajó para conseguir la Copa de Oro y salió todo muy bien. Creo que la clave fue el gran Chevrolet que tuve a lo largo de estas cinco carreras, sobre todo en la última, que anduvo tan bien y fuimos rápidos.
-Comenzaste con un equipo y en el medio hubo dos cambios (motorista y chasista). ¿Se puede decir que terminaste con el ideal? -Sí. La apuesta del principio con los motores de Patita Minervino no funcionó; hicimos el cambio y a partir de ahí tuvimos resultados excelentes. Empezamos a tener regularidad y pudimos desarrollarlo muy bien, se fue mejorando. Es mérito de Johnny Laboritto, por el gran motor, y de mi viejo, por el auto que me entregó. Y la desvinculación del JP después de la carrera de Nueve de Julio (11ª fecha) fue un acierto, porque pudimos concentrarnos más en el trabajo sobre mi auto y hacer las cosas un poquito más ordenadas. Terminamos bien con el equipo, de hecho todos los chicos del JP me felicitaron por el título: Ledesma, Guillermo (Ortelli) y (Gustavo) Lema. Solamente que no estaban dadas las cosas como queríamos y tomamos otro camino.
-¿Dónde estuvo la clave del auto? -En el desarrollo aerodinámico que hicimos. Las pruebas previas nos sirvieron mucho y sabíamos que cuando llegáramos al circuito 12 íbamos a funcionar rápido.
-Me contó tu papá que, en esos ensayos de la semana anterior a la carrera en Buenos Aires, se puso a cortar el auto y a vos mucho no te gustó.
-Ja, ¡le dije que estaba loco! Yo suelo compartir el trabajo en pista porque me encanta, estoy siempre encima de eso, pero nunca pensé que iba a cortar la cola. La cortó y, si bien no obtuvimos los resultados esperados, se hizo y fue parte de los trabajos que realizamos para intentar lograr lo que logramos.
-¿Cuál es la relación con tu viejo? ¿De padre-hijo o de chasista-piloto? -En pista es mi técnico, como cualquier otro. Cuando termina la actividad, lo consulto como hijo, preguntándole en qué puedo mejorar o qué hice mal.
-¿Cómo te llevás con él? -De diez, excelente, y soy un agradecido de todo lo que ha hecho por mí. El es el verdadero campeón porque ha trabajado mucho.
-Eso como piloto... ¿Y cómo hijo? -Je, nos peleamos a cada rato. Tenemos personalidades fuertes y de vez en cuando nos trenzamos fuerte, pero nos amigamos enseguida.
-Alguna vez dijiste que es duro.
-Sí, pero por ahí no es la palabra justa. Es muy exigente, en lo profesional y como padre, pero yo le agradezco que haya sido así, porque me enseñó mucho y me hizo madurar.
-¿Es cierto que cuando empezaste en la Copa Mégane, con 15 años, no te acompañaba? -Sólo en las primeras carreras. Después me dejó con mi alma. Yo tenía que viajar por mis propios medios, buscarme los sponsors para correr... Estuvo bueno, eso me ayudó a crecer y a moverme en este ambiente.
-Alberto no quería que corrieras. ¿Cómo lo convenciste? -Me costó bastante convencerlo, eh. El quería que estudiara, yo quería correr y un día fuimos a probar: le gustó cómo anduve y me dejó. Aunque lo hizo para que yo me diera cuenta de que esto es muy difícil. Debuté en Rafaela, anduve por atrás y estábamos muy nerviosos los dos.
-Y cinco años después, rey de TC a los 20, el más joven de la historia.
-Es tremendo, todavía me cuesta creerlo. Aparte se me dio todo rápido. En el segundo año de la Mégane, salí campeón con 17. Al año siguiente, campeón de TC Pista. En el 2008 también debuté en Top Race, reemplazando a Ariel Pacho, y gané dos carreras. Es como que se me dio todo muy rápido y me cuesta asumirlo.
-Mar de Ajó 2009, tu debut en TC. ¿Qué decís? -Hasta este domingo era el día más feliz de mi vida. No lo podía creer. El jueves a la noche casi no duermo porque al otro día iba a entrenar en TC. Era tocar el cielo con las manos. Y hoy, mirá: soy campeón de TC. Es muy loco.
-¿Y este fin de semana pudiste dormir? -Sí, estaba muy tranquilo. Me concentré mucho para estar tranquilo, porque si me presionaba iba a hacer las cosas mal. El único momento en el que flaqueé fue en la grilla de largada de la final: me largué a llorar porque no podía creer dónde estaba. Pero cuando puse en marcha el auto me tranquilicé de nuevo para no cometer errores.
-¿Cómo viviste el desarrollo de la carrera? -A pleno. Tenía que tratar de cuidar el neumático, de ir rápido, de contener a los Ford de Werner, primero, y del Gurí Martínez, después. ¡No agarrar manchas de aceite! No sabés cómo sufrí cuando pisé el aceite en Salotto, en la segunda vuelta. Pensé que perdía todo. Por suerte, cuando el auto estaba entrando en trompo, agarré el piano y se acomodó.
-En la última vuelta, ¿escuchaste todos los ruidos, como suelen decir? -La hice a dos por hora. Cuando vi que Werner venía lejos, disfruté con muchos nervios, y cuando salí de la horquilla empecé a cantar “dale campeón, dale campeón”. Festejé antes, algo que no se debe hacer, pero no aguantaba más.

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