domingo, 3 de junio de 2012

El Nuevo Audi A7 Presume su Porte Distinguido.

Audi echó mano de lo más sofisticado de su tecnología, y acopló, para México, el motor a gasolina 3.0 litros supercargado, a una transmisión de doble embrague S tronic de siete cambios.

  Hay cosas que sin importar cuantas veces las tengas frente a ti no te dejan de sorprender, este auto es una de ésas. Mucho tiempo ha pasado desde aquel día en que lo tuvimos por primera vez en nuestras manos, aquella tarde soleada en la isla de Cerdeña, Italia, cuando el A7 nos cautivó con su sola presencia. Desde entonces no nos hemos recuperado del cortocircuito que nos causó: un auto con el equipamiento, lujo, confort y proporciones del A8 pero con la bellísima línea de un A5 Sportback.

Desde que llegó a México diversas han sido las experiencias que hemos compartido a bordo de un A7, incluso una en la que un colega tuvo la oportunidad de comprobar los altos estándares de seguridad con los que cuenta este vehículo y, sin mayor problema, salió caminando del auto sin un solo rasguño, tras un chocar el auto con la parte trasera de una camioneta.
Pero, después de mil y una aventuras, por fin había llegado la redacción del periódico Excélsior. Apenas unos días después de haber manejado la versión más poderosa de este auto en Münich, el S7, había que volver a ver de qué estaba hecho el A7, y revisar el concepto básico de esta gran idea.
Su look es un gran acierto. A primera vista éste es un vehículo que cautiva con su figura. De frente ostenta el ADN de la casa, y su pronunciada parrilla trapezoidal enfatiza su propuesta superlativa: más lujo, más espacio y más deportividad. La idea es disfrutar más a bordo de este auto.


Aunque, cabe aclarar que, no es la cantidad, ni las proporciones de esta propuesta lo que más llama la atención, sino la mezcla, pues un vehículo de casi cinco metros de largo y cuatro puertas es capaz ofrecer un manejo ágil y divertido como si estuviéramos a bordo de un vehículo más pequeño.
Para poder presumir estas cualidades, Audi echó mano de lo más sofisticado de su tecnología, y acopló, para México, el motor a gasolina 3.0 litros supercargado, a una transmisión de doble embrague S tronic de siete cambios, qué gran pareja.
El resultado de la fusión es una respuesta rápida y entusiasta por parte de la máquina cuando se hunde con firmeza el pie en el acelerador, sobre todo cuando ya se tiene cierta velocidad y el objetivo es incrementarla.
Si se arranca desde cero la marca promete que podríamos alcanzar cien kilómetros por hora en 5.6 segundos, en condiciones ideales. Aunque lo cierto es que a quienes tengan un vehículo con tanto lujo seguramente no les interesará salir disparados a la menor provocación, como si de juego mecánico de feria se tratara.
Cabe destacar que, ya encarrerados, y en plena autopista, la maniobrabilidad del A7 nos hizo olvidar que lo que manejamos es prácticamente una limusina. La firma alemana hizo un extraordinario trabajo ajustando la rigidez de la estructura, pues en las cerradas curvas que conectan a la autopista México-Cuernavaca con el poblado de Tepoztlán, la torsión del chasis nos permitió buscar límites propios de un deportivo, entrando a algunas curvas a velocidades que, incluso, en sedanes de menor tamaño sería imposible enfrentar. Lo más divertido de la experiencia fue que, una vez habiendo entendido el comportamiento del vehículo, pudimos jugar con el sistema de bloqueo electrónico del diferencial para salir de estas curvas muy bien acomodados y acelerar a la mitad de la maniobra sin mayores sobresaltos.
Los sistemas de seguridad y asistencias electrónicas están al nivel de la estética y el equipamiento por lo que a bordo de este auto se pueden encontrar tantos programas de estabilización y tracción como bolsas de aire.
Tras una parada intermedia, nos dirigimos a la ciudad de Cuernavaca. Acomodando algo de equipaje, pudimos recordar que es precisamente la versatilidad de su diseño, uno de sus grandes diferenciadores, ya que gracias a la forma en la que se abre el portón trasero es posible acceder a una generosa cajuela, para aprovechar hasta el último centímetro.


La caída de la parte posterior de este vehículo, además de belleza, le confieren al Sportback características muy particulares de aerodinámica y personalidad.
Al interior, no hay que poner mucha atención para percibir que la calidad de la manufactura y combinación de los materiales han sido cuidados minuciosamente. Todavía tenemos fresco el recuerdo de aquellas maderas mate que la marca tiene a su disposición para forrar parte de la consola central, así como las puertas; propuesta que se distingue de otros vehículos que incorporen maderas, pues es más parecida a lo que podemos encontrar a bordo de un yate, que a las que solemos ver en la industria automotriz.
Aunque en el caso de la unidad que tuvimos a prueba, la S line, la marca utilizó aluminio mate cepillado, para enfatizar su vínculo deportivo, y en el caso del S7 retoma el acabado metálico y lo mezcla con madera negra.
El equipamiento es extraordinario y muy similar al que podemos encontrar en el buque insignia de la casa, el A8. Desde el sistema de infoentretenimiento hasta los sistemas de seguridad, el A7 presume de todo: cámara infrarroja, encendido sin llave, cortinilla trasera, freno de mano electromecánico, pantalla en color de siete pulgadas en la que se proyecta el sistema de navegación y diversas funciones de la interconexión, y de la puesta a punto del vehículo, así como de la computadora de viaje.
No sobra decir que una de las cosas que seguirán llamando nuestra atención, sin importar cuántas veces lo veamos en acción, es la forma en que se elevan las minitorres del sistema de audio Bang&Olufsen que se activan cuando se enciende el auto, y que arribaron a nuestro país precisamente en este vehículo. Aunque ésta es una de las opciones de personalización disponibles para este vehículo, que de serie monta un sistema de sonido Bose.
Definitivamente éste es uno de esos autos al que con el paso del tiempo, se les admira más y se les conoce mejor.

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