viernes, 4 de febrero de 2011

Un Jueves Sin Carros Y Sin Camiones.

Hoy más que un día sin trancones será un día memorable para el ambiente, sin carros en Bogotá y sin camiones en las vías.

Como cada año, desde hace doce febreros, la capital colombiana celebra hoy el día sin carro, que ahora ha empezado a llamarse, el `día del aire limpio`. Actividad que se ha convertido en una tradición bogotana y que ha calado hondo en la cultura ciudadana de una metrópoli de más de nueve millones de habitantes, que han hecho de esta jornada cívica una de sus actividades culturales para mostrar y exportar.

Al comienzo hace más de una década, el día sin carro era casi una jornada de rochela que poco a poco se convertía en festivo, desvirtuando su verdadera naturaleza. La idea primordial debe ser ir a trabajar común y corriente en transporte público o haciendo uso de los casi 400 kilómetros de ciclovías con que cuenta la Capital. Desmotivar el uso del automóvil particular es loable por la contaminación, el estrés que producen los trancones, pero ante todo por los altos costos de los combustibles y los parqueaderos que representan para la economía de bolsillo. Este día, chocante para los comerciantes, es una fórmula vital y una recompensa ecológica para una ciudad que no debe seguir creciendo en el caos, la anarquía y la pérdida del civismo.

Días como el de hoy son los que le permiten a los habitantes y a sus gobernantes mirar el bosque desde la copa de los árboles, no desde su espesura agobiante del piso boscoso. Muy bien por Bogotá y otras ciudades colombianas que se han apropiado de este día de reflexión sobre la movilidad y la calidad de vida. Estamos seguros que es una jornada útil que debe valorarse como la piedra angular de otros sistemas cotidianos ya corrientes en ciudades modernas y de gran desarrollo humano.


Y como suele suceder en Colombia en donde coinciden cosas curiosas o se entrelazan situaciones, hoy también habrá paro de camioneros que se resisten a que las leyes de la oferta y la demanda lleguen a su sector. Los prestadores del transporte de carga quieren que los costos de los fletes tengan un piso y un techo que les permita no operar a pérdida, mientras que el Ministerio de Transporte -a muy buena hora y con probidad- quiere que los fletes sean libres y que no sean impuestos por acuerdos logrados mediante paros y en mesas de negociaciones, sino entre prestadores de un servicio y sus contratantes. El servicio que prestan los camioneros no debe cartelizarse, ni debe mejorarse a punta de paros y amenazas, debe ser una labor profesional eficiente que contribuya con el desarrollo económico del país.


El ministro Cardona no debe dejarse presionar por paros y bloqueo de vías. Los camioneros deben entrar en razón y darse cuenta que vivimos un mundo dominado por la oferta y la demanda.


Entre tanto, hoy jueves, disfrutemos de una jornada en Bogotá sin más de millón y medio de carros particulares y sin varios miles de camiones en las carreteras. Estos días son los que nos permiten ver que hay cosas por mejorar y avanzar con el civismo de por medio.

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