sábado, 26 de noviembre de 2011

El auto es Macho.

Sólo en última instancia, el auto es sinónimo de medio de transporte para los hombres. Dos psicólogas especialistas en Tránsito sostienen que el vehículo sirve, unas veces, como compensación de la viridad disminuida y, en otras, como una manifestación de poder. 


 "El auto es como tu mujer, como tu hijo; a mí me ha pasado que me levantaba los sábados a las 9 de la mañana y lavaba el auto hasta las 11 de la noche; y después, del cansancio que tenía, me dormía y no salía a ningún lado. No es lo mismo cuando estás adentro que cuando estás afuera; afuera sos vos solo; y te tenés que valer por vos mismo. Adentro, ya sos el auto y vos. El auto es tu modo de presentación en la sociedad". El testimonio de Juan Manuel Nardolillo (31, ex campeón argentino de mountain bike, preparador de coches y fierrero de alma) corrobora la percepción generalizada de que para el varón el automóvil es una extensión de su propia persona.

¿Qué pasa cuando el conductor se mimetiza con tanto énfasis con su "máquina"? Este mes, investigadores de la Universidad de Temple (Filadelfia, Estados Unidos) publicaron los resultados de dos experimentos cuyos resultados sugieren que las personas que sienten que su coche es un aspecto más de su propia personalidad suelen mostrar en la ruta, o en la calle, su lado más impulsivo, más agresivo. En otras palabras, se muestran como son.

En Tucumán, dos psicólogas expertas en Tránsito y algunos conductores que hablaron con LA GACETA confirman lo que Luis Melnik sintetiza con gracia en su libro
La máquina: "yo soy el poder porque asumo mi auto; y mi auto es mi yo, porque yo le confiero movimiento y espíritu".

Pretensiones:

El taxi que conduce José parece recién lustrado. Al Fiat uno que no es de él , José lo cuida tanto como mimaba la moto CG125 que tuvo que vender, y que él sentía, dice, "que era parte mía". "Al auto también lo siento una parte mía. Cuando sube la gente, les digo que se sacudan los pies", se ríe el conductor, que parece un hombre tranquilo, dentro y fuera del coche, aunque la Maipú, a las seis de la tarde, sea una prueba para el más paciente de los orientales.

La experta en Tránsito Karina Sánchez afirma que para el psicoanálisis el vehículo es considerado una prolongación de la virilidad. "Un hombre que se siente disminuido en su virilidad utiliza su automóvil como compensación de su virilidad; y ese seguramente va a ser más agresivo. Por lo general, el que tiene que compensar su virilidad es prepotente, malhumorado; el vehículo le sirve como compensación y usa autos grandes, llamativos", apunta, en diálogo con LA GACETA, la psicóloga de la Dirección de Tránsito de la municipalidad capitalina.

El auto, para el hombre, es manifestación de poder. En cambio, para la mujer es una herramienta que le garantiza autonomía y que le permite cubrir la agenda diaria "todo terreno", se le suma Mirta Gallardo, psicóloga de la Dirección de Tránsito y evaluadora de Educación Vial.

"El vehículo es para el hombre una demostración de estatus social, de poder adquisitivo. Una demostración hacia el exterior de quien soy o pretendo ser; lo que no necesariamente se corresponde siempre con la realidad", añade la psicóloga experta en Tránsito.

Un paseo por alguna concesionaria le da la razón. Mientras que los hombres buscan "la mejor máquina, la más linda", las mujeres eligen el auto más
cabedor, para poder cargar las mochilas de los chicos y las compras.

Agresores y Defensoras

En el fondo, si se acuerda con las miradas "psicoanalíticas" sobre la relación entre el varón y su
fierro, habrá que darle la razón a Melnik, cuando escribe que en el auto el hombre se mira refigurado. "El mito de Narciso, pero maquillado, porque se ve y ama como supone que podría ser. Pero no es", escribe el también autor de Diccionario Insólito, en plena coincidencia con la psicóloga Gallardo.

De todos modos, la especialista reconoce que en las calles hay de todo: que no todos los conductores son Narciso mirándose en su carrocería recién lavada.

Sin embargo, aunque las estadísticas dicen que la mayoría de los accidentes son protagonizados por hombres, en pocas oportunidades ellos reconocen responsabilidad en el episodio. "Yo siempre repito que hay una diferencia entre aquel que conduce y aquel que maneja. El que conduce se conduce por la vida, por la vía pública. El que maneja se va de un lugar a otro sin respetar a nadie. Es cierto que hay de ambos casos en varones y en mujeres. Pero, por nuestra experiencia, vemos que, en la forma de conducir, el hombre va al ataque. En la calle hay una predominancia del hombre agresivo y la mujer defensiva", concluye la especialista.

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