lunes, 18 de julio de 2011

Challenger, el automóvil que nació para correr.

El motor HEMI 392 regresó a la vida para unirse a este vehículo irresistible por dentro y por fuera, capaz de retar a cualquiera.


CIUDAD DE MÉXICO.- Regresaba a México y buscando en que emplear las dos últimas horas de vuelo encontré una película en la que dos amigos trataban de venderle un proyecto a Dodge, el cual consistía en configurar un auto eléctrico capaz de rugir y hacer sentir al conductor a bordo de un auténtico muscle car. Saber si lograrían tal hazaña fue lo único que me mantuvo lúcido para terminar de ver una película para el olvido.
El prototipo fue montado en un Charger y había que cubrir una larga lista de condiciones, cuya intención era la de lograr que las vibraciones y sonido del motor en cuestión emulara a las de un HEMI.
Lamentablemente, hasta que esa realidad no salga de la pantalla, no será posible comprar uno auto que sea capaz de rugir como un auténtico bólido, sin utilizar gasolina como combustible. Por fortuna, mientras esto ocurre, Dodge sigue esforzándose por hacer que sus autos se pongan al día con los requerimientos que los clientes exigen en autos de este nivel: Sistemas de navegación , interiores de primera calidad, asistencia electrónica y aunque no sean híbridos o eléctricos que sean eficientes en el consumo de combustible.
A diferencia del primer Challenger que retomó el look retro hace algunos años, el que la marca traerá en breve a nuestro país, integra toda una serie de gadgets y acabados que lo actualizan y refrescan su imagen y nos permiten, incluso, disfrutar del iPod y conectar nuestro teléfono con el sistema de audio.
Los acabados y materiales interiores ahora ofrecen mejores ensambles y elevan su calidad, y a últimas fechas éste es un rubro que comienza, cada vez más, a aspirar a los que ofrecen las marcas premium. Con la intención de estar un paso por delante, como en casi la totalidad de sus marcas, la versión tope de este auto ofrece el sistema de infoentretenimiento My GIG, que incluye además del sistema de navegación un disco duro, que le permite al usuario actualizar la cartografía de nuestro país y al mismo tiempo almacenar música e imágenes.
Sin embargo, no hay que perder de vista que esto sigue siendo un valor agregado para el auto, la realidad es que los aspectos más importantes en este vehículo siguen siendo la forma en que se ve y se siente y es ahí donde Dodge puso el mayor énfasis para un auto que surgió como una versión limitada, pero que gracias al éxito que obtuvo se quedó como parte permanente del portafolio de productos.
Lo cierto es que la oportunidad de tener este bólido, cuyas diferencias con la versión 392 limitada son mínimas, es única, pues los cambios sólo los vamos a encontrar en cuestiones estéticas, color de los asientos, tamaño de los rines y cosas por el estilo, pues hasta las atrevidas líneas que atraviesan la carrocería (race Stripes) del auto y que se estrenaron en la versión limitada, se han conservado.
La auténtica joya de la corona la vamos encontrar en un motor que ofrece 470 caballos de fuerza y nos permite sentirnos en un auténtico bólido de competencia con un empuje de 470 libras pie de torque. Amenidades dentro de la computadora de viaje para medir la aceleración de cero a cien y hasta la frenada complementan a un auto hecho para correr.
La primera vez que pudimos subirnos a este auto, la pista de carreras que dispuso la marca para demostrarnos de qué estaba hecho la sensación que nos quedó fue la de que el auto era tan sólido como para buscar un motor que aún puede dar más, lo difícil será encontrar a un piloto de carreras que pudiera controlarlo.
Vernos a bordo de este auto es tan atractivo como su musculatura que no oculta en ninguno de sus acabados sus intenciones. La leyenda que hizo gloria en 1957 ahora es capaz de presumir cierta eficiencia en el consumo sin sacrificar la emoción de una aceleración que llama la atención a kilómetros de distancia y que, gracias a su estabilidad ayudada por frenos Brembo con ABS, control de tracción y estabilidad y asistencia en el frenado, nos permitiría entrar a una competencia de cuarto de milla, incluso a presumir el zumbido de un motor, que ayudado por un escape de dos y media pulgadas seduce hasta a los oídos más exigentes.
Habría que pensar qué pasaría si la caja de cambios, en lugar de la automática de cinco cambios, fuera manual, definitivamente el cuadro estaría completo y sólo haría falta que el equipamiento para conquistar chicas incluyera, además de los faros de xenón, una chamarra de cuero.

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