sábado, 25 de febrero de 2012

Peugeot RCZ automático 2012.


Cuando Peugeot presenté el RCZ en el Autoshow de Frankfurt en 2009, todos pensamos que era un muy buen ejercicio de diseño y que el futuro de la marca francesa seguramente estaría ligado de alguna manera a ese concepto. Sorpresa es el menor de los calificativos para expresar lo que sentimos cuando vimos que la versión de producción del RCZ era prácticamente idéntica.
No nos andemos por las ramas, la estética exterior de este auto es su punto más fuerte. El frente característico de la marca con los faros alargados y la enrome parrilla ayudan bastante a darle una postura agresiva. La línea de la cintura y la del techo se complementen muy bien para crear un coupé con estilo dinámico y futurista.
La parte trasera está bien resuelta y los faros traseros con luces LEDs y el alerón de activación eléctrica dependiendo de la velocidad ayudan a mantener el estilo futurista del auto. Los rines de 18 pulgadas de serie le ayudan a mantener ese estilo de auto concepto y en general Peugeot ha creado un auto que llama mucho la atención.
En el interior las cosas no son tan drásticas, pero no por eso está mal hecho. El diseño del interior es más sobrio y funcional que en el exterior. La consola central cuanta con el equipo de sonido y los comandos que podemos encontrar en otros modelos de la marca. El panel de instrumentos cuenta con relojes de buen tamaño y la tipografía hace que los números se lean fácil.
Los controles de audio al volante están en la columna de dirección y no en el mismo volante, como en el resto de los autos de Peugeot, y aunque al principio se siente diferente, simplemente es cosa de acostumbrarse. El sistema de sonido es muy bueno pero por algún motivo la interface del iPod sólo puede leer las canciones según los artistas. Sin acostumbrar escuchar playlists que ustedes hicieron o incluso algún disco específico de un artista, olvídenlo.
La calidad de materiales y ensamble del interior es de primer nivel. El tablero está completamente forrado en piel e incluso las costuras tienen buen tacto. Los asientos tienen buen soporte lateral y es fácil encontrar una buena posición de manejo. A diferencia de la mayoría de los autos franceses, en el RCZ no se siente que el volante tenga un inclinación “como de camión”, otorgando una posición deportiva todo el tiempo.
Aunque no lo parezca, el RCZ tiene espacio para 4 personas… no perdón, tiene 4 asientos. Las plazas traseras son realmente inservibles para fines prácticos y están ahí, seguramente, para evitar algunos impuestos en Europa.
Cuando uno ve el RCZ se imagina que bajo el cofre hay un motor V6 y la tracción está en las ruedas traseras, pero no es así. Este auto utiliza el cuatro en línea originario de MINI con 1.6 litros y, en el caso de nuestra unidad de prueba que era automática, 160 caballos de fuerza. La caja tiene opción para cambios manuales y los hace bien, pero sigue siendo una caja automática al fin de cuentas.
La combinación de la caja automática y el turbo lag del motor hacen de arrancar toda una tarea. Cuando hay que cruzar una avenida o incorporarse al flujo vehicular de una avenida desde cero es importante tomar en cuenta el tiempo que el auto tardará en igualar la velocidad de los demás. Estamos seguros que la versión manual, que tiene 200 caballos de fuerza, se siente completamente diferente.
El auto está muy bien balanceado y la dirección es muy precisa. Al ser de tracción delantera muestra algo de subviraje al límite, pero una vez que las llantas recuperan el agarre, el eje trasero se “bota” y el auto se acomoda para salir de la curva.
El RCZ, por lo menos en su versión automática, es un auto para presumir. Los mejores momentos nos los dará cuando estemos en el tránsito y todo mundo voltee a ver este auto del futuro, y es importante recalcar que hay pocas cosas que ponen una sonrisa tan grande en nuestra boca como salir en las mañanas y encontrar un auto que realmente te gusta esperándote en la cochera.

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