El resurgir de uno de los vehículos más emblemáticos de la historia de Ford tiene una razón de ser, conquistar a las nuevas generaciones.
MONTEREY, CALIFORNIA.- Ni el frío ocasionado por una corriente polar que cubría la región de Monterey y recorría todo el trazado de Laguna Seca pudo enfríar nuestras ansias, las que se fueron calentando desde hacía un par de semanas, cuando fuimos informados que podríamos ir a manejar el regreso de uno de los autos más esperados en la historia del automóvil: el Boss 302 2012. El elegido para revivir la leyenda del muscle car.
Bajo la promesa y terapia de que éste era un auténtico auto de carreras, homologado para las calles, lograron sacarnos de la mítica pista para ir a recorrer, durante un par de horas, las carreteras de la región, alargando con esto nuestra agonía; aunque, de la experiencia, nos llevamos una grata sorpresa. Los retoques en la suspensión, que integra muelles de alto rendimiento y novedosa asistencia electrónica para un modelo de estas características, nos permitieron no sólo disfrutar de un ágil y poderoso deportivo, sino por momentos hasta olvidarnos del sumamente criticado eje rígido trasero.
Definitivamente, la marca echó mano de toda la tecnología a su alcance para presentar una de las representaciones americanas más exitosas de un súper deportivo, y lograr una auténtica reinterpretación de su auto de carreras. Look retro incluido con todo y faros simulados en la parrilla y uno que otro toque que trascendió del modelo original.
Detalles como los cuatro escapes, dos de ellos retocados esencialmente para el goce del oído, los nuevos amortiguadores y hasta extraordinarios frenos, nos permitieron disfrutar de un paseo, alrededor de los acantilados de la carretera panorámica frente al mar, excepcional. Un par de rebases, el rugir del motor y maniobras propias de un bólido de competencia nos hicieron sentir a bordo de un digno heredero.
Sin embargo, ni el paso alegre del que habíamos disfrutado por esas hermosas carreteras de asfalto privilegiado, logró hacernos olvidar que teníamos una cita con el sacacorchos, uno de los grupos de curvas más famosos del mundo, enclavado cerca del ecuador del circuito de Laguna Seca.
Por fin, tomamos casco, inducción y hasta la bendición y con cámara a bordo pisamos a fondo el acelerador de la configuración Boss 302 Laguna Seca (limitada a 700 unidades), sobre la cual se han hecho ajustes todavía más severos en la suspensión y el cual incluso prescindirá de la segunda banca para reducir aún más el peso y liberar más caballos para la experiencia de manejo.
Bajo esas circunstancias de conducción se agradecen mucho las opciones a elegir, como los frenos Brembo con discos de carbono de cuatro pistones, los asientos deportivos Recaro y hasta la opción del diferencial de deslizamiento limitado Torsen.
No recomendamos pisar el acelerador a fondo sin estar prevenidos, los 444 cabalos de fuerza del V8 5.0L reaccionan de forma muy brusca, en parte gracias a la caja manual de seis cambios muy cortos, ajustados a un embrague deportivo. Aunque se agradece el esfuerzo por mantener los neumáticos pegados al piso (a diferencia de la versión Shelby Cobra que suele patinar con mucha facilidad), gracias en parte a los ajustes que se han hecho en la electrónica del auto que nos permite ajustar el modo de manejo de entre tres niveles diferentes, cada uno menos asistido.
La dirección también ha sido ajustada de forma electrónica, con un sistema que nos permite regularla para hacerla más confortable o deportiva, según se requiera y transmitir mayor o menos información desde el asfalto para hacerla tan maniobrable como se prefiera.
Una lástima que aún no haya planes de traerlo a México pues con este auto la marca pone toda la carne en el asador y ha declarado abiertamente sus aspiraciones de competirle a vehículos tan apreciados como el BMW M3, todo un referente en el segmento, aunque la relación valor-precio del Mustang le dará muchos puntos al digno sucesor de una leyenda que está lista para continuar.
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