jueves, 27 de octubre de 2011

Dos comodorenses compitieron en la máxima prueba de autos clásicos.

La prueba más extensa que se hace anualmente para autos clásicos, culminó con el piloto Abel Scotta en su berlina Fiat 1.500 clasificado en el puesto 141º, y con Gastón Carletti haciendo de navegante en un Renault Dauphine, ocho posiciones más atrás.


 Por tercer año consecutivo el Gran Premio Histórico tuvo representantes de Comodoro Rivadavia entre sus participantes. La prueba más extensa que se hace anualmente para autos clásicos, culminó con el piloto Abel Scotta en su berlina Fiat 1500 clasificado en el puesto 141º, y con Gastón Carletti haciendo de navegante en un Renault Dauphine, ocho posiciones más atrás.

La largada tradicional y nocturna desde la rampa del ACA en Avenida del Libertador, con la presencia de Froilán González y Carlos Reutemann, fue la primera sensación que registran los socios del Club de Autos Clásicos de la Patagonia (CACP).

De allí rumbearon a Mar del Plata, buscando ser precisos a pesar de que la experiencia de andar de noche resultó más placentera de lo que suponían muchos antes de hacerla.

Llegar a Santa Rosa, La Pampa, era el desafío para la segunda jornada, aún pisando asfalto plano pero con etapas que demandaban mucha concentración, por cuanto los tiempos son ajustados, y demorar un poco de más en una estación de servicio implica llegar tarde a la prueba cronometrada siguiente.

Los tramos de tierra empezaron apenas dejaban la capital pampeana y los bancos de arena, más el poco tiempo entre autos, hizo que sortear ese tramo fuera todo un logro para los representantes del CACP.

Neuquén los esperaba ya entrada la tarde, por lo que autos en condiciones era lo que necesitaban para seguir adelante. Unir la capital de Neuquén con San Martín de los Andes, bajando por el Rahué, fue uno de los puntos salientes de todo el gran premio.

Ripio del bueno, aquel que no permite distracciones, fue otro de los obstáculos que sortearon Scotta y Carletti antes de llegar al día de descanso en la villa lacustre, que sufre los efectos de las cenizas del volcán Puyehue, como tantas otras localidades cordilleranas.

Volver a Neuquén, pero por otros caminos de ripio, fue el punto saliente de la quinta etapa. Los dos coches y sus equipos llegaron al Neuquén con la sola preocupación de encarar la etapa más larga que quedaba, sin tener que hacer reparaciones mayores.

El clima iba mejorando hasta llegar a más de 30 grados, al momento de reabastecerse de combustible en General Alvear, cerca de San Rafael, en Mendoza, lo que supone una exigencia extra para autos que ha habían desandado 3.000 kilómetros. Llegar a San Luis sin problemas de temperatura, fue la feliz coincidencia de los representantes del CACP.

Sólo 80 kilómetros separaban a los autos patagónicos de la bandera a cuadros. La imposibilidad de cumplir con las velocidades y los tiempos en el primer tramo cronometrado entre San Luis y El Trapiche, fue la nota amarga de la última mañana de carrera para los comodorenses.

No podía arriesgarse todo el trabajo de más de una semana de competencia en unos pocos kilómetros, y la prudencia hizo que ambos equipos dejaran los relojes de lado para llegar al final de la prueba más importante del país que organiza el ACA.

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