miércoles, 12 de septiembre de 2012

Pasión por Autos Clásicos.


NO TODO ES DAKAR. Un grupo de argentinos y uruguayos, coleccionistas de autos deportivos clásicos, partió de Tucumán rumbo al Cusco. Ayer pasaron por Tacna. No fueron recibidos como grandes corredores y hasta tuvieron problemas para adquirir sus SOAT. Viajan en unidades fabricadas desde 1958.


Además de su pasión por coleccionar y conducir autos clásicos, Alejandro Martorell siente un placer especial picchando (masticando) hojas de coca. Este argentino de 52 años va rumbo al Cusco en una travesía que inició hace cuatro días en Tucumán. Su aliento agrio y sus dientes manchados de verde revelan su vieja afición por la milenaria y sagrada planta de los Incas.
“En Salta, mi ciudad, también hay hoja de coca, y claro, yo soy un enamorado del Perú, si tendría que elegir un país dónde vivir, sería éste”, me cuenta mientras espera en la Plaza de Armas de Tacna que su copiloto, Rodolfo Gonzalez, termine de hacer el trámite para comprar un Seguro Obligatorio contra Accidentes de Tránsito (SOAT).
Martorell lidera una caravana de dieciséis autos deportivos antiguos, verdaderos clásicos de la mecánica mundial. El auto que ha traído en esta oportunidad es un Torino año 1967. Un vehículo que se fabricó íntegramente en Argentina hasta 1982. 
“He venido 22 veces al Perú en diferentes circunstancias. Nueve veces participé en el Rally Andino de autos clásicos y gané cinco”, dice con la humildad de todo argentino.
La aventura de este grupo de corredores de autos clásicos la bautizaron como “La gran carrera”: Tucumán – Cusco. Recorrerán siete mil kilómetros entre Argentina, el norte de Chile y sur del Perú.
Fabián Gallucci es un reportero "freelance" que cubrirá toda la travesía y se encargará de publicar sus mejores fotografías de los paisajes del sur peruano en la revista Auto d’ Epoca, editada en Italia. “Es un interesante recorrido. No es como lo que hizo el Che Guevara en motocicleta, él partió de Córdoba, aunque también llegó al Cusco y siguió al norte”, dice. 
Quienes transitan por la Plaza de Armas de Tacna se detienen a observar cada auto. Algunos piden permiso para tomarse una fotografía al lado del Porsche. También junto a los modelos clásicos de BMW, Mercedes Benz, Alfa Romeo, Mazda y un MG convertible, que es el más antiguo de todos: fue fabricado en 1958 en Inglaterra. El otro coche inglés es un Jaguar de 1966, lo conducen los únicos uruguayos que participan en “La gran carrera”. 
“Venimos desde Punta del Este, es la primera vez que visitamos el Perú y tenemos mucha curiosidad de conocer Machupicchu”, dice Rodolfo Asconeguy que también espera a su compatriota Marcelo Patrón a que compre su SOAT.
Los especiales
Todo su recorrido lo hacen a la velocidad promedio de cada carretera, pero han programado pequeñas competencias a las que llaman especiales. Consiste en recorrer 100 metros en el menor tiempo posible, una especie de “piques” que son controlados por unos aparatos computarizados que traen desde su país. 
Alejandro Martorell, en su Torino, tiene la firme intención de ganar la competencia. “Quedamos segundos en el primer especial y ganamos el otro. En Cusco, en el valle sagrado, haremos la mayor cantidad de especiales”, dice mientras sigue picchando coca.  Si fuera una competencia oficial, Martorell no pasaría el control antidoping.

Trámites y el tiempo perdido

Los pilotos Jorge Lapretre y Fernando Berasategui están a punto de perder la paciencia porque llevan cinco horas de retraso en Tacna. “Estuvimos dos horas y media haciendo trámites en la frontera y quisimos comprar los SOAT allí mismo, pero no se podía. Ahora, aquí nos mandan de un banco a otro”, dice Lapretre.
Y para aumentar su desazón, una señora se acerca y los alarma aún más. “Son bonitos sus autos, pero tienen que cuidarlos, les pueden robar sus aparatos”, les advierte. 
Al costado, los pilotos del Mazda han descubierto una gaseosa amarilla y una cerveza con el nombre de su próximo destino: Cusqueña. 
“Esta gaseosa sabe a chicle”, dice uno de ellos, los demás opinan lo mismo luego de probarla. 
Después del mediodía, la mayoría ya compró sus SOAT (no podrían transitar en territorio peruano sin ese seguro). Encienden sus motores y parten rumbo a Arequipa para luego ir al Cusco.

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